El gran drama del país es que no hay dólares, pero ¿qué hace falta?

Por: Guillermo Siro, titular de la Confederación Económica de la Provncia de Buenos Aires

No se hicieron bien los deberes durante el primer semestre, y se dejó pasar un tren cargado de oportunidades. Ahora tendremos que salir a buscar dólares, porque no los hay.

Estamos viviendo momentos muy difíciles y tenemos que entender que existen dos realidades económicas muy distintas. Una macro muy mala, con una gran inseguridad de lo que va a pasar a futuro; otra micro en pesos, donde se viene manteniendo la actividad.

Muchas veces la gente y los empresarios no entendemos como a nivel macro existen tantos problemas en este país, y a nivel micro el mostrador se mantiene. ¿Cómo se explica? La gente lo que no quiere tener encima es el peso.

Es entonces que cuando tiene un peso lo larga y la única manera de aprovecharlo es comprando cosas. O, cuando se tiene saldo en la tarjeta de crédito se acude a esos planes que son tan buenos para promover las ventas como el “Ahora 12” o “Ahora 18”, que te permiten financiar a una tasa inferior a la inflación esperada. Eso hace que la gente compre productos consumibles como así también los semidurables y durables. De otra manera, la gente no lo haría.

En lo que va del año Argentina no pudo comprar dólares, y eso nos preocupa en demasía. Hay que entender que el país está con un precio de sus commodities en el nivel más alto de la historia. Por ejemplo, la soja nunca había llegado a más de 650 dólares. Con el trigo, el maíz y el girasol pasa algo parecido. Tenemos hoy los niveles totalmente positivos en cuanto a niveles de intercambios primarios, los que nos hubieran posibilitado un superávit de la balanza comercial tal que el Banco Central pudiera tener una gran cantidad de divisas por haber comprado siete mil, ocho mil o nueve mil millones de dólares para incrementar sus reservas.

Ese escenario, lamentablemente, no se dio. Y nos ofrece una señal de alerta para el segundo semestre, período del año en que se venden los dólares que se compran en el primero. Si no pudimos comprarlos, la pregunta es “¿cómo vamos a llevar adelante lo que queda del año?”.

El gran drama del país es que no hay dólares. Si no se pueden comprar, será momento de decirle a los importadores que, en lugar de hacer el intercambio por medio del Banco Central (que te los vendían a 120) se tendrá que hacer mediante el dólar “MEP” o “Contado con liqui”. Como vimos en los últimos días, volaron por encima de los 230 pesos.

No se hicieron bien los deberes durante el primer semestre, y se dejó pasar un tren cargado de oportunidades. Tendremos que salir a buscar dólares, porque no los hay. Por más que suene crudo y duro, ya no hay más dólares a $120.

En materia de exportaciones no hay un dólar competitivo en esos valores. El gobierno ha usado al dólar como ancla para que no haya inflación. Ahora, muchos resultados esta medida no dio, porque tenemos una expectativa inflacionaria de un 70% o más para este año.

El principal problema en Argentina es y sigue siendo la inflación, que destruye el poder adquisitivo del trabajador, de los sectores más vulnerables. Anula totalmente la posibilidad de desarrollo de nuevos negocios con creación de empleos. Eso lo tenemos más que claro en el mundo de las Pymes, sector que genera el 80% del empleo nacional.

Hoy en día no sabemos si vamos a poder cubrir el costo de reposición, ya sea en materia prima o mercadería para comercialización. En buenos términos, no sabemos si vamos a poder cubrir con el precio que vendimos. Un empresario o comerciante no va a invertir nuevamente para perder plata. Para salir de este problema de la falta de dólares, por consiguiente, suelen plantearse algunas alternativas. La mayoría de ellas son de sabor amargo.

En estos momentos difíciles lo importante es que se actúe, y cuanto antes. Y también que se dialogue, y mucho, para amortiguar efectos de situaciones aciagas. Es urgente una convocatoria a consensos entre los distintos sectores. Es imprescindible rescatar todo lo que sea posible para tener una base firme desde donde, en el día de mañana, retomar sendas de impulso para el crecimiento y el desarrollo de nuestra economía.